viernes, 13 de noviembre de 2015

"EL OSCURO MUNDO DE LA TRATA DE PERSONAS"...SANTA FE...EL CASO DE ROMINA GAMARRA Y MARÍA CRISTINA OJEDA Y LA VALENTÍA DE UNA PADRE QUE AL RESCATAR A SU HIJA TAMBIÉN RESCATA A SU AMIGA MARÍA CRISTINA OJEDA...

ROMINA GAMARRA (pantalones negros)
MARIA CRISTINA OJEDA (pantalones rojos)
DE NUESTRO BLOGS: www.combatealnarco-salam.blogspot.com.ar
"EL OSCURO MUNDO DE LA TRATA DE PERSONAS"...SANTA FE...EL CASO DE ROMINA GAMARRA Y MARÍA CRISTINA OJEDA Y LA VALENTÍA DE UNA PADRE QUE AL RESCATAR A SU HIJA TAMBIÉN RESCATA A SU AMIGA MARÍA CRISTINA OJEDA...HOY , VIERNES 13 DE NOVIEMBRE DEL 2015, todo sigue igual o peor, MARIO GAMARRA pidió una protección que todavía nadie le dio. Convive con las amenazas de los secuestradores (que viven en el mismo barrio) como si fuera ya casi natural. Y el último giro de la historia:OJEDA MARIA CRISTINA, la chica que rescato junto con su hija Romina sigue desaparecida...MIRA LOS INFORMES DEL 2006...SALAM JOB


12 DE NOVIEMBRE DEL 2006
La hazaña de un padre que rescató a su hija de una red de prostitución...ROMINA GAMARRA rescatada por su padre MARIO GAMARRA...

El caso de Romina Gamarra y María Cristina Ojeda

La chica (Romina Gamarra) tiene 18 años y fue secuestrada en enero. Ocho meses después pudo llamar al padre. Y él fue a sacarla de un prostíbulo rutero de Santiago del Estero. En tres oficinas policiales no lo ayudaron y en la Justicia miraron para otro lado


Setecientos kilómetros de madrugada manejó Mario Gamarra en un coche viejo para rescatar a su hija Romina, cautiva en un prostíbulo rutero de Santiago del Estero. Contrajo deudas por unos cuantos pesos para pagar la nafta, ya que las flores que vende en el cementerio municipal de Santa Fe no dan para tanto, y tuvo que sacar coraje de donde no creía tenerlo. Con todo en contra, igual logró encontrarse con la chica y llevarla de vuelta a casa junto con una amiga, que estaba en iguales condiciones de esclavitud.

Pero el viaje de Mario no terminó ahí. Se enfrentó con tres oficinas policiales diferentes, a cual más incrédula, para pedir una protección que no llegó. Tuvo que oír el relato de su hija, quien tras ser secuestrada pasó ocho meses siendo prostituida en cabarés de tres provincias distintas, y ver cómo la Justicia miraba para otro lado. Convivir con las amenazas de los captores se le hizo habitual. Tal vez lo único que no esperaba fue el giro que tomó la historia en estos días: María Cristina Ojeda, la chica que había rescatado con Romina, desapareció de su casa, reapareció para decir que todo era falso, y volvió a desaparecer.

Nadie, ni siquiera Mario, cree que lo de María Cristina sea normal. El ministro de Gobierno santafesino, Roberto Rosúa, dijo a Clarín que todo indica que la chica está "bajo presión de los proxenetas". Legisladores nacionales y provinciales hablan de lo mismo. El abogado de los Gamarra, Guillermo Strazza, está convencido de que la joven está en poder de los captores. El Ministerio del Interior ya ofreció su apoyo a la familia y el Programa Nacional Anti—Impunidad del Ministerio de Justicia la asesora.

LA TRATA EN SANTA FE


Sin embargo, María Cristina OJEDA sigue desaparecida y Mario continúa conviviendo con los secuestradores de su hija, a pesar de que hay tres órdenes de captura vigentes. Allí, en el humilde barrio santafesino,(esto es BARRIO BARRANQUITAS en zonas impenetrables desde Avenida Blas Parera hacia el rio salado. La avenida Blas Parera divide al barrio BARRANQUITAS en dos zonas muy distintas: una es la que da contra el rio Salado y la otra muy distinta y de buenos vecinos es la que apunta hacia avenidas como La López Y Planes ), se mezclan aquellos que la Policía debería estar buscando con las historias de ocho chicas a las que se les perdió el rastro. "Desde hace 15 años, la zona es un 'criadero' para la trata de personas: exportan mujeres en lugar de futbolistas", señala el abogado Strazza.

A sus 40 años, fatigado de su trabajo de florista ambulante en el cementerio, Mario recién abrió los ojos a esta realidad cuando la desaparición de la mayor de sus tres hijos se la puso delante. La chica, una morocha de 18 años que cursaba cuarto del secundario, venía comentado que un vecino la acosaba. Pero nada más.

El 13 de enero último, las cosas cambiaron. Según se enteraría Mario, Romina volvía a su casa con su hermano de 15 años cuando ese vecino que la acosaba bajó de un auto, la encañonó y se la llevó entre amenazas.

A partir de ahí, a la hija de Mario se le acabó la juventud. "La buscamos por todos lados, pero sólo había rumores", cuenta el florista a Clarín por teléfono. El testimonio que daría luego la chica dice que durante un tiempo la mantuvieron retenida a 30 cuadras de su casa, siempre amenazándola con matar a su hermano. Y que luego su captor la llevó a a la misma comisaría donde sus padres habían denunciado su desaparición para que dijera que estaba bien.

Después, a Romina la llevaron a una whiskería de la localidad bonaerense de General Rodríguez, para obligarla a trabajar como prostituta. Ahí, contó, vio a policías que pasaban a cobrar comisión y a un político local. También se encontró con seis chicas santafesinas que, aseguró, estaban como ella: esclavizadas, durmiendo en cuartos con rejas y atendiendo clientes a toda hora.

A fines de febrero la llevaron a un local ubicado sobre la ruta 9, en Bell Ville (Córdoba), donde halló más santafesinas. De ahí, dijo, la pasaron a la whiskería "Negro el 20", en la ruta 51 de La Banda, Santiago del Estero. Un mes en cada lado, y a rotar. Hasta que se cruzó con un piadoso que le permitió llegar a su padre.

CORAJE Y TEMORES
Romina le contó a un cliente lo que pasaba y éste le consiguió un celular para que, el 13 de setiembre, llamara a su familia. "Dijo que estaba en La Banda, que la fuera a buscar", recuerda Mario. "No dudé. Cargué nafta y cargué a mi pibe para que me lea los carteles de la ruta, porque tanto no sé leer", explica. "Iba re cagado".

La chica le había pedido que estuviera en la esquina de la whiskería a las 3 de la mañana. "Yo no le quería fallar. Salimos a las 7 de la tarde y llegamos allá a las 2.30. Pero en el camino se me acabó la tarjeta del celular y quedamos incomunicados", señala. "En eso nos paró la Policía y les dije: 'Ando paseando por acá', y nada más. No podía confiar".

Mario por fin pudo hablar con Romina desde un público. "Nos dijo que no podía a las 3, que había mucho trabajo y la estaban controlando, que esperáramos a las siete y media que llegaba la chica de la limpieza", apunta.

Mientras Romina soportaba un poco más, Mario se preparaba. "Paré enfrente, hice como que se descompuso el auto y puse balizas", repasa. "En eso el nene mío la vio. Y yo veo que salta la tapia con la otra piba (María Cristina Ojeda) y atrás venía un gordo con un fierro". Las chicas habían empujado a la de la limpieza en la puerta. "Arranqué cagando".

A Mario se le aceleraba más el corazón que el auto. Así manejó 300 kilómetros hasta Palo Negro, en el límite de Santiago. "Puse la denuncia y pedí custodia. Me dijeron que no, que esto y aquello. Llamaron a la Policía de Santa Fe y me reprocharon que no había ido ahí. ¿Qué posibilidad de vida me daba hacerles la denuncia a ellos? Ahí nos fuimos hasta Ceres. Yo hacía 24 horas que no dormía, y el milico de ahí me tomaba como que yo había hecho una joda. '¿No tenía otra comisaría para ir?', me decía".

Al fin, llegaron. Romina volvió a casa y María Cristina se reencontró con su hijito de 3 años. Ambas se presentaron entonces ante el juez provincial Diego de la Torre, quien pidió la captura de Martín "Chino" Núñez, de un primo suyo y de Juan Osuna, señalado por Ojeda como un hombre que la habría seducido para meterla engañada a trabajar como esclava en las whiskerías.

Las detenciones nunca se concretaron, pero Mario y su familia empezaron a recibir amenazas. La causa pasó a la fiscal federal Griselda Tessio y a las pocas horas, el domingo pasado, María Cristina desapareció. Distintos testigos la vieron acompañada por uno de los prófugos buscados por la Justicia, por lo que se lanzó una campaña para hallarla.

La chica MARIA CRISTINA OJEDA reapareció el martes: acompañada por un misterioso abogado, le dijo a la fiscal Tessio que todo había sido mentira, que no la tenían cautiva. Lo mismo repitió a un diario local y agregó que Romina miente. Enseguida, volvió a desaparecer.

Nadie cree que María Cristina esté bien. "Me siento mal al ver esto, porque yo la traje haciéndole una gauchada. Estaba tan agradecida...", dice Mario. "Esperemos que esto se vea en la Justicia", se esperanza. Y vuelve a juntar sus flores para vender.

10 DE NOVIEMBRE DEL 2006

Hay detalles que es difícil pasar por alto. Que la fiscal Griselda Tessio, responsable de la Fiscalía Federal Nº 1 de Santa Fe, se niegue a dar los nombres de los integrantes de una banda dedicada a la explotación de mujeres es uno de esos detalles que destellan como una señal de peligro. ¿Por qué no decir sus nombres? ¿Acaso la Justicia no debería estar interesada en que cualquiera que tenga datos sobre Martín Núñez, alias “Chino”, Juan Orzuna o Javier Archelasky, oriundos de Santa Fe y con negocios en al menos tres provincias argentinas, los provea lo antes posible? Existe la presunción de inocencia, es cierto. Tan cierto como que tienen orden de captura y por lo tanto deberían presentarse a derecho para dar cuenta de sus actos y que el resto de los ciudadanos y ciudadanas debemos colaborar para que así sea. Pero no. Nadie busca a estas personas, porque si las buscaran las encontrarían en el barrio Barranquitas, en Santa Fe, donde vecinos y vecinas suelen verlos. ¿Y por qué habrían de buscarlos? Bueno, la denuncia de Romina Gamarra es bastante clara además de creíble, ya que la gran mayoría de los datos que aportó pudieron ser verificados, no por la Justicia de su provincia, ya que el juez de instrucción Diego de la Torre que recibió su denuncia se tomó un mes de completa inactividad antes de declararse incompetente, sino por fuentes calificadas del Ministerio de Justicia que investigan el accionar de las redes de trata de mujeres a sabiendas de que estas causas no se mueven si no se las sigue de cerca. La fiscal Tessio tampoco llegó a hacer demasiado en la causa. Es cierto que recibió las actuaciones hace apenas una semana, pero no es menos cierto que se negó ante este diario a develar los nombres de los prófugos y tomó como cierta sin siquiera verificar el domicilio los dichos de María Cristina Ojeda, una chica desaparecida, denunciante de los mismos supuestos proxenetas, que se presentó de buenas a primeras en su oficina, con un letrado que no era su patrocinante, para decir que estaba bien, en un domicilio que no se verificó y que todo lo que había declarado hasta el momento en contra de sus supuestos captores era mentira. Lo extraño, sumamente extraño, es que la misma fiscal que se conforma con esa presentación había asegurado por lo bajo –lo que habitualmente se llama off the record– que el mismo día en que se denunció la desaparición de Ojeda los abogados de la parte acusada habían intentado negociar con familiares de la desaparecida y de Romina Gamarra un cambio de declaración.
Los hechos
Romina Gamarra tiene 18 años. Es alta, morocha, educada y a todas luces inteligente. La sonrisa que le ilumina la cara es tan blanca como es posible. Estaba en cuarto año del polimodal, a punto de empezar quinto y con buenas notas cuando desaparece de su casa en el barrio Barranquitas, el 13 de enero de 2006. Sus padres, vendedores de flores en el Cementerio de Santa Fe, presentaron una denuncia por su ausencia en la comisaría 6ª de Barranquitas el 14 de enero. Dos semanas más tarde, Romina aparece en la misma comisaría, acompañada de un abogado de apellido Del Sel y dice que está fuera de su casa por su propia voluntad. Del Sel es un conocido abogado penalista, relacionado con los Núñez, que ya cuentan con causas anteriores, en el caso de Martín Núñez por un intento de homicidio. Lástima que a la madre de Romina nunca se le comunicó esta presentación.

Recién 9 meses después, el 14 de septiembre, Romina se comunica con su papá. Le dice que le prestaron un celular y que por favor la vayan a buscar, que estaba en La Banda, Santiago del Estero, en una “whiskería” llamada Negro el 20. El papá de la joven parte el 15 de septiembre con su hijo de 15 años, como es analfabeto no podía reconocer los carteles que Romina le daba como referencia. El señor Gamarra sigue las instrucciones de su hija, la espera al costado de la ruta hasta que la ve saltar un paredón junto a otra joven, una vecina, María Cristina Ojeda. Una vez que salen de Santiago del Estero y llegan a su provincia, las chicas declaran lo que habían vivido durante el tiempo de su cautiverio. Dicen que fueron trasladadas de Santa Fe a General Rodríguez, en la provincia de Buenos Aires, después a Córdoba y por último a Santiago del Estero. Los nombres de los prostíbulos donde estuvieron obligadas a prostituirse coinciden con locales en actividad. Sólo Negro el 20 cerró sus puertas no bien las chicas escaparon. También cuentan que se les prepararon pasaportes falsos, que una compañera de ellas de nombre Rita Tour ya había sido trasladada a España –dato que fue corroborado por Migraciones– y que en cada lugar donde estuvieron las chicas eran dejadas “en consignación” durante “plazas” de 30 días y que el dinero que generaban era entregado a sus “dueños”, en persona o vía giro postal. Ellas, por su parte, eran obligadas a atender “clientes” durante doce horas al día, clientes que debían dejar sus celulares antes de pasar a los boxes, y que dormían encerradas en cuartos con rejas.

El juez que tomó las denuncias de Romina Gamarra y María Cristina Ojeda dispuso, por presiones de ONG y funcionarios que investigan las redes de trata en el país y por la misma prensa, una custodia compartida en el barrio para cuidar a las dos chicas. Eso fue todo lo que hizo. Al mes se excusó. Las familias de Romina y María Cristina dijeron tener miedo más de una vez, que habían recibido amenazas de los mismos secuestradores. Desde el Ministerio de Justicia se empezó a tramitar su inclusión en el programa de testigos protegidos. Pero antes de eso, el 6 de noviembre, Cristina desapareció.
La version de los captores

Cristina Ojeda volvió a aparecer antes de que se cumplieran 48 horas de su última desaparición. Se desdijo frente a la fiscal Tessio, pidió que no “se manche a gente inocente” (por los Núñez), aseguró que ejercía la prostitución porque quería y que estaba en un domicilio que no fue verificado. Ninguno de los domicilios de los prófugos fue hasta ahora allanado. En el diario UNO de Santa Fe, en la tapa, la foto de las dos jovenes, Romina y Cristina, aparece a toda página con una leyenda: “Lo del secuestro fue mentira”, obviando que Romina nunca se desdijo de su denuncia. A nadie, ni a los periodistas del diario UNO ni a la fiscal, se les ocurrió preguntar por qué las chicas fueron hasta Santiago del Estero para prostituirse, por qué no pudieron volver, por qué se fueron sin llevar un bolso o un celular o los documentos. Dice María Cristina que “las dos fuimos juntas en colectivo a Santiago porque vimos un aviso en un diario, yo estuve un año y Romina 8 meses”. ¿Cómo fue que se fueron juntas, salieron juntas y una estuvo más tiempo que la otra? “Romina sólo quiere prensa, prensa, prensa”, dice María Cristina en el mismo medio, pero obvian preguntarle qué piensa a quien está tan ávida de salir en el diario. Sin embargo, lo único que desmiente Ojeda es el “secuestro”. Hay que aclarar que ella nunca había dicho antes haber sido secuestrada, al contrario, aseguró que Martín Núñez la había invitado a vivir con él y que dejó su casa soñando con ese destino. Pero el príncipe pronto se transformó en sapo. Tampoco nadie se preguntó por qué Romina Gamarra dejó la escuela cuando tenía un promedio por encima de siete, por qué tuvo que recurrir a su padre para que la sacara del lugar si estaba a su libre albedrío ni cuál sería el rédito de denunciar a vecinos suyos que rondan por el barrio a la vista de todos.
Preguntas pendientes
¿Por qué tardó un mes el juez de instrucción antes de darse cuenta de que era incompetente para atender la causa? ¿Por qué la fiscal no quiere dar los nombres de los prófugos? ¿Por qué están prófugos si el barrio los ve a diario? ¿Cómo fue que llegó tan rápido el pedido de la fiscal para que se desestime incluir a Ojeda en el programa de testigos protegidos cuando ninguna otra medida tuvo la misma celeridad? ¿Por qué es tan fácil creer su segunda declaración y no la primera? ¿No es llamativo el cambio de letrado patrocinante de la chica que primero dijo una cosa y después otra? ¿Cómo puede ser que el hilo se corte siempre por lo más delgado?